martes, 29 de enero de 2013

En la Fuente


          Una vez más Eros colocó delicadamente sus pies dentro de la fuente, -extrañaba esa sensación-.
            Los pequeños peces de colores se arremolinaban en sus delicados pies. Sus dedos se movían de manera graciosa mientras jugaban en la frescura del agua.
Las piedras brillantes y añosas, contrastan con la flamante pintura, y el zumbido de las abejas da cuenta que ese es el lugar que éstas adoptaron para hacer un descanso en su incesante ir y venir desde las flores al panal.

            Sus ojos miran asombrados los cambios -aunque hace mucho deseaba que éstos ocurrieran-.
            Ve maravillada como de a poco todo se va transformando.
            Se va el polvo, y con él los olores a encierro van desapareciendo.
            La opacidad se transforma en color y brillo.
            Todo va sufriendo una sacudida y una transformación producto del amor, del cuidado y el trabajo.

            Su mirada se dirigió a los juegos, atraída por la risa de las niñas que jugaban en las hamacas.- Ellas disfrutan de este hermoso lugar, ignorando la mirada cálida y protectora que viene desde la fuente-.

            Con melancolía levantó la vista, y una sonrisa de satisfacción invadió su rostro al ver la casa.
            El techo luce limpio y brillante, la cenefa de madera roja, luce el calado poco común que imitaba un corazón, -tributo de su gran amor-.
           Las puertas y ventanas muestran la lustrosa y radiante madera.
           Por las ventanas se aprecia el brillo del bronce y del cristal de las arañas que engalanan los salones.
           De los pisos de pinotea brota el olor cálido que por momentos invade sus fosas nasales.
           El parque majestuoso, con sus plantas, pájaros e insectos, le regalan una sinfonía que es caricia para sus ojos y oídos.
           Los aromas y sonidos que la envuelven la llenan de vida, son un abrazo para su alma que todo lo impregna.
 




           El agua sigue haciendo delicias que suben de sus pies y la envuelven.


           De a poco, allí, en la fuente de piedra, ve su sueño cumplido: la casa renace, se arregla, cobra vida, y ella, junto a ese renacer, también vuelve a vivir.
 —





sábado, 5 de enero de 2013

La noche




                El sonido de un ventilador de techo es la compañía en esta cálida noche. Por la ventana de mi cuarto el cielo me regala una hermosa postal.
                Las estrellas coronan el cielo de La Población. Parecería que con el simple hecho de estirar la mano pudiéramos alcanzarlas.
               El azul profundo –casi negro- son un terciopelo donde los brillantes resaltan. La luna, como esta noche, ilumina la estancia silenciosa. En realidad no hay silencio, un sinfín de grillos y de aves nocturnas pueblan el lugar. A lo lejos algún perro,  que con su ladrido te trae a la realidad.
               Es muy fácil transportarte.  Y no me refiero a dormir –cosa que aquí se hace estupendamente-, me refiero a  los sueños cuando  hay tanta paz-,  a esos sueños que tenemos en mente, a todas esas ideas que venimos teniendo –muchas veces reprimidas- y que en ambientes tan puros y limpios uno se permite que afloren.
               Hay paz. Hay serenidad. Hay silencio teñido de vida.

martes, 1 de enero de 2013

Bienvenida



La casa de a poco se fue vistiendo de fiesta. Las mesas se cambiaron de lugar, los pisos fueron baldeados.
El plumero recorrió cada rincón para sacar, junto al polvo, las telas de arañas –que eran muchas-
Los vidrios dejaron translucir el hermoso paisaje, como hacía mucho no ocurría. Hasta las flores lucieron sus más bellos colores como agradeciendo el agua y los cuidados prodigados  en las últimas semanas.
Hasta el perfume estaba cambiado, aunque por momentos aún aparecía algún vaho que nos recordaba la existencia de los murciélagos –únicos habitantes en el último año-.
La cocina se lleno de aromas que hacían que la boca se llenara de saliva, y alguna que otra mano, con picardía, robaba algo de allí con afán de probar.
Los chicos correteaban por el parque, haciendo llegar su risa, que despertaba buenos recuerdos a las paredes de la casona.
Todo se armó en la gran galería y uno a uno fueron  acercándose a la mesa, ya arreglados para festejar-
La noche transcurría  bajo el ojo atentó de la luna, que con su lento recorrido, no dejaba de perderse un solo detalle de lo que allí acontecía.
Las risas, las conversaciones animadas, los aromas, las luces y hasta las velas, fueron como una poción mágica, que despertó los espíritus dormidos entre las paredes.
Su mirada se atrevió de a poco a salir del espejo, sus ojos se le llenaron de lágrimas. Los recuerdos de otros años la fueron  llenaron de vida. Junto al viento de la noche se atrevió  y junto a un grupo de murciélagos   recorrió la estancia como reconociendo el lugar, otrora de ellos.
 Los comensales sintieron frio, algunos hasta necesitaron abrigarse.  Sorprendidos por la visita nocturna, sonrieron y comentaron. Solo los esquivaban y admiraban el volar enloquecido, como presintiendo, que no solo eran ellos, sino que alguien más, de manera amigable, también se hacía presente al festejo en la vieja casona.
Ella sonrió en su recorrido. Los nuevos habitantes  eran aceptados. La casa se llenaba otra vez de vida y de luz.
Un par de vueltas más como para dejar impregnada su presencia, y con el mismo viento de la noche, al momento de éste aquietarse, volvió dentro del espejo, y con una sonrisa cómplice, con lágrimas y llena de ternura, Eros  volvió dentro el espejo para descansar en paz.
La familia siguió su festejo de manera alegre y relajada, el viento y los murciélagos se habían alejado. Una cálida caricia les entibiaba el alma. Los abrigos ya no hicieron falta. Y entre brindis y buenos deseos se sintieron bienvenidos.

Te deseo esta Navidad

Una navidad más, 
y el alma otra vez se sensibiliza y nos llenamos de sensaciones
Es el momento del año en el que (por lo general) comienzan los balances.
Dentro de nosotros una vocecita insiste en que nos pongamos la mano en el pecho y reveamos los pasos que dimos en el año.
Comenzamos a notar las ausencias -las recientes, y las de hace mucho-, ¿Será que en estos momentos ellos también nos añoran, y golpean de manera insistente envolviéndonos con lo grato de los recuerdos?-(¡Lágrimas y sonrisas invitadas al evento!).
Comenzamos a prometernos (más que a comprometernos) con una lista donde volcamos nuestros deseos, donde estudiar, viajar, cambiar de trabajo, se entremezcla con ser más bueno, llamar a…, reconciliarme con…
Nos organizamos para juntarnos con la familia (aunque a veces no nos vimos casi en el año), tratamos de encontrarnos con los amigos, con esos que hace mucho no vemos, o con los que siempre nos frecuentamos, deseando ese brindis que se hace con copa, vaso, taza o mate –
Lo importante es encontrarse, brindar, fundirse en un abrazo transmitiendo los buenos deseos.
Esta Navidad te deseo:
Que puedas ver el sol aunque el día esté nublado
Que puedas gozar la lluvia sin que te importe mojarte
Que las lágrimas no sean muchas
Que las sonrisas abunden
Que siempre encuentres una brújula cuando no estés seguros del camino
Que puedas ver el mar, y apreciar la sal de él
Que la luna ilumine tus noches (y si no está, que siempre encuentres una estrella)
Que Cristo viva en tu corazón
Que sepas que nunca estas solo
Que te asombres con una flor, con una mariposa y con el cielo
Que te enternezcas con los niños y con los ancianos
Que te conmuevas ante el dolor
Que seas solidario ante las necesidades
Que compartas con quienes necesiten,
Que tus errores no sean extremos,
y que estos ayuden a tu templanza
Que los sinsabores te ayuden a paladear lo bueno de la vida
Que las lágrimas solo sean para lavar el alma.
Que todos los días te abracen (aunque sea en la distancia)
Que tengas alguien que te escuche y a alguien a quien escuchar
Y que siempre estés rodeado de amor.