El sonido de un ventilador de techo es la compañía en esta
cálida noche. Por la ventana de mi cuarto el cielo me regala una hermosa
postal.
Las estrellas coronan el cielo de La Población. Parecería
que con el simple hecho de estirar la mano pudiéramos alcanzarlas.
El azul profundo –casi negro- son un terciopelo donde los
brillantes resaltan. La luna, como esta noche, ilumina la estancia silenciosa.
En realidad no hay silencio, un sinfín de grillos y de aves nocturnas pueblan
el lugar. A lo lejos algún perro, que
con su ladrido te trae a la realidad.
Es muy fácil transportarte.
Y no me refiero a dormir –cosa que aquí se hace estupendamente-, me
refiero a los sueños cuando hay tanta paz-, a esos sueños que tenemos en mente, a todas
esas ideas que venimos teniendo –muchas veces reprimidas- y que en ambientes
tan puros y limpios uno se permite que afloren.
Hay paz. Hay serenidad. Hay silencio teñido de vida.
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